viernes, 9 de octubre de 2020

Entre la esclavitud, la Tiranía y la Libertad.


      Es siempre muy interesante el proceso de dejar fluir las memorias. Siempre hay una sensación de: "Y si me lo estoy inventado yo mismo" a lo que siempre respondo "no importa... invéntalo, imagínatelo..." Las memorias van encajando poco a poco hasta que luego se convierte en un flujo casi imparable de eventos, llenos de sensaciones, dolores, miedos irascibles que se van desplegando. 

     Hay personas muy racionales que no pueden superar esa sensación de fraude, y esto dificulta la posibilidad de la revelación. Otras se asustan y bloquean las imágenes haciendo imposible que fluyan los recuerdos. ¿Cómo sabemos que son reales y no nos lo estamos inventado? En la medida que se abre el flujo de información, este viene cargado de dolores y sensaciones, miedos y pensamientos, y sobre todo, de compresión de los personajes que aparecen, que además nos son conocidos, ya que sus pensamientos rondan nuestra pisque una y otra vez.

     Después de superar los obstáculos iniciales, la primera imagen que tiene mi paciente es de una chica corriendo en un bosque, muy asustada. Tiene unos 20 años, no entiende que es lo que le está pasando. El miedo la ciega. Le pido entonces que vea su vida a los 10 años y empezaron a fluir sus memorias. Ve a una niña ayudando en la cocina a la que en principio creíamos era su madre, incluso la reconoce como su madre de la vida actual. También reconoce al señor de la casa como su hermano en la vida actual.  Siente que en aquella vida sus relaciones son distantes, es muy callada, no habla con nadie. Viven en una granja donde logramos ver caballos y pasto. Con pocas pistas vemos discurrir una vida solitaria. Empieza a sentirse mal y me dice que le están pegando, el señor de la casa la está azotando, huye al boque. Me dice: no es mi padre, no son mis padres, soy algo así como una esclava. El hijo del señor y yo nos enamoramos. No lo permiten. Él está en el bosque conmigo, pero se regresa, me deja. Yo huyo. Reconoce a su amante como su hijo menor en su vida actual. Llegó a un pueblo lejano, más nunca volvió a ver a la familia donde creció. Consigue trabajo en la oficina del correo. Su vida transcurre entre la rutina y la soledad. No se casó. No tiene familia. Me dice: Ahora soy vieja y tengo una pequeña bodega en mi casa. Sola, muy sola, seca, en silencio. Muere y viene un ángel a recibirla. Es importante acotar que en su vida actual, cuando nació su segundo hijo, que reconoció como el hijo de los señores de la casa donde se crio, le dio una severa depresión postparto; le horrorizaba no querer a su bebé. En tratamiento logro superar el rechazo. Ahora su hijo es adolescente y tienen una buena relación. 

     Luego llegan imágenes de una mujer activista, luchadora social que no acata el estatus quo ni las diferencias de género. No entendemos bien en qué circunstancias ni porqué, pero después del veredicto de un tribunal, ordenan decapitarla, con guillotina, lo cual nos ubica algo en la época histórica. Con un dolor de cabeza muy intenso deja esa vida, con mucha frustración y preocupada de dejar a sus niños. Reconoce a su actual esposo como su pareja de aquella vida y se va tranquila y confiada de que su esposo los cuidará bien.

    Luego baja las memorias de su vida de guerrero aborigen africano. Siente su fuerza  y movimiento, su forma de vida avocado a la acción. Describe asombrada como no piensa, solo actúa. Su vida giraba alrededor de las guerras entre tribus. Ganar, perder... la vida es ir a la guerra a medir la destreza, la fuerza y el poder. Vio su funeral con gratitud. Un ritual lleno de alegría y celebración, hermoso, con música y cantos. Bailaban alrededor y con la plataforma de ramas y palos donde colocaron su cuerpo, con flores y velas. Murió satisfecho. Es posible que la fuerza de este personaje venga a asistirla en el logro de sus objetivos de vida. No sabemos, pero siempre hay una razón profunda para evocar memorias.  Puede que nosotras no entendamos la razón, pero el alma sabe perfectamente que ingredientes necesita su psique para conocerse, reconocerse, y redimensionar sus habilidades y capacidades aprendidas en vidas pasadas. 

     Por último viene a sus memorias una mujer autoritaria y decidida con tendencia a la tiranía. Su padre, que reconoce como su padre en su vida actual, tiene una fábrica, con la cual logró buena fortuna. Su madre la reconoce como su hermana en su vida actual. Son dos hijos, ella y su hermano mayor. Sin embargo, su hermano con desparpajo y despreocupación no quiso encargarse de los negocios de su padre. Ella se casa, y reconoce a su actual esposo. Tienen un hijo. Mas su esposo la deja por otra mujer y se separan. Ella asume la tarea de encargarse de la fábrica de su padre con gran diligencia, pero perdió el balance en cuanto al poder que ejerció con mano de hierro sin importarle nadie ni nada, solo sus logros y el desarrollo de su empresa. Tuvo un hijo, que reconoció como su hijo mayor en esta vida. Con los años su hijo asumió el mando de la fabrica, bajo la condición de que ella se mantuviera alejada. Accedió y se confinó a su casa, en una soledad creciente cada día. Sus sirvientes, solo diligentes en sus quehaceres, incapaces de relacionarse con ella. Encontró en el whiskey su única compañía. Hasta que un día decidió quitarse la vida con pastillas, no supimos de qué. Dejó esa vida con nauseas y fuertes dolores estomacales. 

     Ya agotadas cerramos la sesión impresionadas con los personajes que surgieron, las relaciones evocadas y los lazos que la unen a sus seres queridos. Siempre le sugiero a mis pacientes que escriban sobre su experiencia, con calma para que no se olviden de los personajes que surgieron. Hay una razón profunda de porqué el alma escogió estas cuatro vidas para ella. Poco a poco le ira encontrando sentido e irá atando los cabos sueltos. Esa es parte de la historia de su alma, información invaluable para la comprensión de quienes somos ahora, de dónde venimos y para donde vamos. 

Maria Eugenia Mantilla

Hipnoterapeuta


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