Primeramente, mis disculpas por haberme ausentado de la escritura. No de mi trabajo, no de mis pacientes, no de mi familia. Me he ausentado de mis relatos, sumida en un proceso de reflexión acerca de mi contribución a la sanación de las personas con las que trabajo como de mi propio proceso de sanación.
Mi primera tarea ha consistido en desapegarme de los resultados. La segunda, comprender porque no quise seguir escribiendo. Cuando trabajaba en mi casa solía ver a familiares, amigos y conocidos. Era más fácil hacerle seguimiento al proceso de cada quien. Hoy en día conozco a la persona que trato el día de su sesión.
Honestamente, mi primer impulso es querer ver los resultados. Querer ver que vale la pena mi trabajo. Sin embargo, no está bajo mi ámbito de acción las decisiones que toma mi consultante.
Sanar es una decisión.
Buscar ayuda también es una decisión. Querer, estar dispuesto y tomar acción también son decisiones. Me atrevería a decir que todo en la vida es cuestión de decisiones y, por supuesto, de comprender a donde nos llevan las decisiones que tomamos.
Querer compartir mi trabajo con ustedes fue una decisión. El miedo a la descalificación me frenó. Mientras continuaba desarrollando mi labor empezaron a surgir episodios bastante extraños, incluso en ocasiones controversiales. Mi decisión de ser transparente se vio mermada por el miedo a la controversia. Decidí entonces callar hasta sentirme fortalecida y segura. El proceso ha sido largo y salir de mi letargo silencioso me ha costado. Me siento en deuda con mis lectores. Me voy a dedicar a hacerles un recuento de mis experiencias con total franqueza, que es la línea con la que comencé a escribir y quiero mantener.
Prácticamente escribía y publicaba todas las experiencias que iba teniendo hasta que surgió un personaje histórico. Le pregunté ¿Quién eres? ¿Cómo es tu nombre? Mi respondió: Dante... palidecí. En aquel entonces todavía trabajaba en mi casa. La persona vino referida por un amigo. He tenido en consulta esclavos, prostitutas, guerreros, bandidos, locos, políticos de culturas antiguas, gente común de cualquier ámbito, pero nunca había tenido a alguien conocido, menos aún, a alguien tan conocido. Pocas veces me he arrepentido de no grabar una regresión. Este día lo lamenté. Lo que me decía era complicado de entender y retener. Algunos monólogos parecían de una persona delirante. Tenía mucha molestia por la ignorancia humana. Estaba obsesionado con la escritura y con guardar sus pergaminos. Los llevaba en un bolso de cuero consigo todo el tiempo. Huía de Italia a pie. Año 1000 y tantos, no recuerdo con exactitud. Sus enemigos querían matarlo. Iba disfrazado de monje, me describe su traje de color vino tinto. Me cuenta que tiene amigos que lo quieren ayudar, pero debe esconderse. Va caminando de incógnito quedándose en casas de familia y posadas. Escribe por las noches. Esta travesía dura meses. Me habla mucho en largos monólogos acerca de la miseria humana, perdí esa información, no la recuerdo. Hablaba despacio con voz ahogada, muy diferente al jovial profesor de psicología que conocí en mi cocina mientras nos tomábamos un café antes de la sesión.
Cada quien recuerda desde lo que es. Si una persona es visual, sus recuerdos estarán llenos de vivas imágenes y detalles. Esta es una persona más bien kinestésica, los detalles físicos estaban, pero no eran importantes. Las sensaciones del mundo que lo rodeaban impregnaron su psique por completo.
Cuando logró llegar a Francia, llegó a un monasterio que tenía un gran campanario. Subió las escaleras moviendo sus piernas tal cual como si las estuviera subiendo, completamente metido en su personaje. Eso me impresionó. No hubo detalles de ninguna otra vida ni tampoco recorrimos toda la vida que recordó, solo la fracción de su huida a Francia.
No fue fácil asimilar la experiencia. Él había tenido sueños de que era un escritor importante, pero desconocía los detalles. Si había leído a Dante Alighieri. Le gusta, lo admira.
Pudiera haber muchas explicaciones lógicas para este hecho. He leído múltiples explicaciones para estos fenómenos. No voy a discutir, ni afirmar ni negar ninguno.
Yo me voy a limitar a contarles lo que recuerdo, lo que me impresionó, lo que aprendí de las experiencias con las memorias de las personas que han querido trabajar conmigo. Me parece que es más fácil de asimilar cuando son personajes anónimos. Pareciera que el asunto se complica con personajes históricos. Por los momentos sólo he tenido vivencias con dos personajes históricos importantes. Este señor que fue Dante y una señora que estuvo con Jesús.
Es un verdadero estímulo ver el interés por la búsqueda de respuestas a nuestras inquietudes. Nuestra vida actual es solo un capítulo del libro de nuestra vida. He aprendido que cualquier cosa es posible, y no me cierro a ninguna posibilidad. Toda la historia de la humanidad está con nosotros, impresa en nuestros corazones.
Retomé la escritura porque se manifestó una entidad espiritual de nombre Ariel, me dijo que tenía que escribir. Así que regreso entonces al momento en que me dije, mmmm no, eso no lo escribo... para poder soltar el nudo donde me quedé muda.
Maria Eugenia Mantilla
Hipnoterapeuta
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