martes, 28 de abril de 2015

La muerte no es el final

     



     Muchas veces se me hace cuesta arriba comprender el diseño de historias dolorosas. Todos lo maestros espirituales hablan del desapego de una u otra manera, sin embargo ¡Qué difícil es cuando nos toca! A veces, conscientes de la importancia de esta experiencia, tomamos la decisión de desapegarnos de una u otra cosa. A veces nos cuesta un montón poder soltar relaciones que aunque tóxicas no podemos superarlas. En el peor de los casos, es la muerte inevitable de nuestros seres amados lo que nos obliga. O nos morimos de dolor o logramos sobrevivir.

     ¿Por qué es tan difícil dejar ir a nuestros seres queridos? Este tema siempre me trae a la mente el recuerdo de mi abuela paterna. Ella tenía un nombre no muy agraciado, Pausolina, murió una semana después de su esposo, mi abuelo, Sebastian. Recuerdo observar absorta aquella foto de estudio de principios de siglo y soñar intrigada y asombrada ante aquella heroína mártir que se entregó a la muerte por amor. Ellos murieron cuando mi padre tenía tan solo siete años, así que eran personajes míticos para todos. Mi madre también fue huérfana de madre a los cinco años. Mi padre era viudo de su primer matrimonio. Así que las paredes de mi casa estaban llenas de imágenes de muertos anhelados, extrañados, ausentes... pero muy presentes en mis sueños infantiles.

     No por casualidad entonces me interesó tanto el libro que traduje, Notas sobre la Partida, de April Crawford, en el que más de una centena de seres nos hablan acerca de sus experiencias en la muerte. Este libro llegó con las respuestas que buscaba desde niña. Al trabajar con regresiones he tenido la oportunidad de ayudar a muchas personas a recordar sus experiencias pasadas con seres que ya no están presentes en su vida. Esto los llena de esperanzas por posibles reencuentros. El saber que viajamos con nuestros seres queridos a través de muchas experiencias alivia nuestro dolor ante su ausencia temporal.

    Las posibilidades son interminables. He tenido en consulta núcleos familiares juntos varias veces con cambios de roles. Hermanos que fueron padre e hijo, amigos entrañables que en la vida actual son familiares directos, parejas que fueron hermanos, y cualquier posibilidad que te pueda ocurrir.

     Tener la experiencia directa de vernos jugando diferentes papeles, aunque sea solo como un recuerdo, nos da una perspectiva más amplia de lo temporal y pasajero que es nuestro viaje, o mejor, nuestros viajes por la tierra.

     La primera vez que me refieren a alguien que no puede superar la muerte reciente de uno de sus hijos, les confieso,me sentí abrumada. Me preguntaba ¿Qué puedo decirle que la pueda ayudar a superar semejante dolor? Sin muchas expectativas me entregué a la experiencia y a los pocos días estaba sentada en una panadería escuchando aquella madre desgarrada. Este encuentro coincidió con la edición de mi traducción, así que es a ella a quien le obsequio mi primer libro. Esto me llenó de satisfacción, porque esa es la idea con la que fue concebido este libro, para ayudarnos a cambiar las ideas que tenemos sobre la muerte y poder decidir ponerle fin al sufrimiento por la separación temporal de nuestros seres queridos.

     Conversamos varias veces, leyó el libro, y después de como un mes decide hacerse una regresión.


    Trae a su consciencia la historia de un muchacho humilde, muy trabajador, que vivía en un pueblo montañoso no muy alejado de la costa. Él y su familia se dedicaban al cultivo del cacao. Uno de los detalles que más le impresionó fue que nunca usó zapatos en toda su vida. Tenía un hermano un poco menor y una hermanita. Su vida transcurría lentamente dedicado a sus siembras y a la venta de su cosecha. Tenía sueños de salir de la pobreza y mudarse a otro pueblo cercano más grande para mejorar el futuro de sus hermanos. Su padre era un anciano que pasa los días sentado en una mecedora en un corredor frente al patio trasero.

     Me describe con muchos detalles la llegada de un camión que viene por su cosecha. Es un vehículo de carga muy antiguo, pero lo que más le asombra son las botas que llevaba puestas la persona que venía en el camión, exclama "El señor usa zapatos!!! son unas botas de cuero, altas, es extranjero. Subimos en cacao al camión, esta empacado en enormes sacos".

     Luego me cuenta que logra llevarse a  su familia para otro pueblo. No me queda claro si siguen trabajando con cacao, pero sí cuenta que se dedican a labores campesinas. Su hermana crece, se casa y tiene hijos. Su hermano se va para otro pueblo y casi nunca lo ve. Él se queda con su papá, cuidándolo siempre. Esta muy muy viejito. Con gran tristeza me cuenta que muere. En este momento sentado en la silla de su padre comienza a tener memorias de él de cuando era pequeño y es cuando mi amiga reconoce que su padre de aquella vida es su hijo recientemente muerto en su vida actual. Entre asombro y lágrimas me dice que son sus ojos, que es su hijo. 

     Fue una regresión sentida, ella estaba muy relajada y entregada. Me contaba todo de manera ordenada y meticulosa. Fue una experiencia importante para ella. El verse con su hijo en aquella vida remota le habla de la profunda conexión que hay entre ellos. Sin embargo su proceso de desapego todavía está en progreso. 

     Esta regresión fue hace mucho y la recuerdo con gran detalle. Me decido compartir esta experiencia con ustedes porque la muerte repentina e inesperada puede ser muy dolorosa. Es un momento difícil. Para poder superarlo hay que ver y aceptar y entender que somos eternos, nuestras relaciones son eternas. Estar separados en diferentes planos de existencia es solo temporal.


   


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