lunes, 30 de diciembre de 2013

El infierno no existe

     



     En esta regresión mi paciente trae a consciencia una gama amplia de experiencia. Recordó tres vidas tan llenas de detalles que hasta me asusta olvidarme de ellos, sin embargo sé que me siento a escribir y van surgiendo con facilidad, además de siempre tener la posibilidad de corregir mi relato con ella. Ellos recuerdan mejor que yo todo. Estos recuerdos fluyen como si fuera una película. Incluso ella me comentaba después que lo que más le impresionó fue como sentía las emociones, los pensamientos, las ideas como propias, completamente identificada con aquellos personajes.

     La primera escena que tuvo fue de estar en plena guerra. Comenzó a llorar a borbotones diciendo: Que fea es la guerra, tengo mucho miedo, están todos muertos.  Lloraba y lloraba. Le pregunté dónde estaba, me responde: Alemania. Le pregunté que idioma hablaba, en este momento no supo responderme. Estaba en una trinchera muy asustado. Le pedí que tratara de salir, insistió que no podía. Le pedí que se viera para saber si estaba herido, y me dijo que estaba completo, que no estaba herido. En vista de que no podía dejar de llorar ni moverse, la llevé a su casa, antes de la guerra. Se calmó y comenzó a relatarme.

    Soy el hijo mayor. Mi padre ya se fue a la guerra. Ahora me toca a mí, yo no quiero ir, tengo miedo de no regresar. Estaba muy triste y seguía llorando. Era un joven de unos veinte años. Entonces quise que se viera antes, que retrocediera más en su vida. 

     En este momento se calma por completo y empieza a contarme: Ahora tengo trece años. Estamos en una fiesta en mi casa. Estamos todos muy arregladitos. Tengo dos hermanas menores. Somos portugueses. Mi casa es amplia y bella, hay mucho verde al rededor, un gran jardín. Pregunté si era un cumpleaños, y me dice que no, que es una fiesta familiar, que hay mucha comida, que está todo muy bonito. Mi padre tiene una tienda, venden cosas, relojes, muebles. Me siento bien, somos una familia feliz. Pero llega la guerra, ya soy mayor. Mi padre ya se fue, ahora me toca a mí. Tengo mucho miedo de no volverlos a ver. Me despido y los dejo atrás.

     Regresa a la escena de la guerra, pero en este momento me cuenta como logra salir de allí. Me cuenta: caminé sobre montones de cadáveres, no encontré a nadie vivo. Salí del campo de guerra y seguí caminando durante muchos días. En un pueblo alguien me dio ropas de campesino. Estoy sucio, triste, desolado. Pasé semanas sin comer. Llegué a la estación de un tren. Luego llegué a una ciudad donde encontré una casa con gente de mí país. Me bañe, comí, me vestí de uniforme otra vez, me voy a casa y no voy a llegar como un pordiosero, me dice con lágrimas en los ojos.

     Sigue relatando: llego a mi casa, pero todo lo veo gris y triste. Estoy contento de verlos, están vivos, mis hermanas han crecido tanto. No sabemos nada de mi padre, nunca regresó. Me recupero poco a poco. Me encargo de la tienda, pero ahora vendo comida. Vendo fiambres, granos, comida que no se daña, carnes saladas, pescado. No quiero que más nunca nos falte comida. Ayudo a mucha gente. Poco a poco la guerra queda atrás.

     Me gusta una mujer, es hermosa. Ya tengo unos 35 años. Nos casamos, ella es mi ángel. Es mi  hermana en esta vida, me dice con una sonrisa en la cara, me quiere mucho. Está embarazada, tenemos una niña, es hermosa. Al poco tiempo tenemos otra niña. Mis hermanas también tienen hijos. Veo muchos niños en la casa. Vivimos todos juntos. Mi madre ya está vieja. Mi tienda la veo cada vez más grande. Soy el hijo mayor, soy el único que trabaja en la tienda, pero me va bien, tengo empleados, es muy próspera. También tengo un barco. Voy al puerto a buscar la mercancía que traigo de otros lugares, me persiguen niñitos y los ayudo. Compro pescado.

     Mi madre ya esta vieja. Muere de tosferina. Yo ya estoy viejo también, estoy con mi ángel. Mis hijas están grandes, ya no trabajo, hay otros encargados de la tienda. Estoy feliz y satisfecho con mi vida. Muero tranquilo, mientras duermo.

     En este momento no tuvo recuerdos del período entre-vidas, y a pesar de que a mi encanta llegar a estos recuerdos, estoy completamente entregada a lo que el alma de la persona con que trabajo quiere mostrar a su consciencia.

     En seguida me dice, ahora soy romano. Uso traje de falda con esos cascos de copete rojo. Soy funcionario del gobierno,  cobro impuestos. Camino orgulloso por las calles. Vivo en Nápoles, Italia. Soy bello, las mujeres me ven, y sonriendo me dice, soy vanidoso. Unas mujeres lloran, me dicen que no tienen para pagarme los impuestos, yo me llevo lo que tienen, es su deber, deben pagar sus impuestos, no me siento mal por ellas, no es verdad, si tienen con qué pagar, dicen mentiras.

     Regreso a mi casa. Es como un castillo, con enormes columnas y bellos paisajes al rededor. También hay viñedos. Estoy casado, le pido que vea la cara de su esposa para ver si la reconoce en esta vida, y me dice asombrada, sí es mi mamá en mi mi vida actual. Le pregunto que hace ella, me dice, nada... camina, pasea, recoge flores. Yo viajo mucho pero ella no se queda sola, hay muchos sirvientes en la casa, le pregunto si son esclavos y me responde: si, son esclavos, pero me tratan bien y yo a ellos. Quise que se recordara de sus padres, me cuenta: Murieron en un terremoto o algo así, vivíamos en otra ciudad. Era un adolescente y me crió mi tío, él era un filósofo, me parece, o político, trabajaba en algo así como un congreso, un hombre con muchas riquezas, me cría como su único hijo. Muere de un ataque cardíaco, heredo todo de él. A mi me gustó más trabajar en el  gobierno, me gusta mi trabajo.

     Sigue relatándome: mi esposa está embarazada, ella es muy bella, muy vanidosa. Nos queremos mucho, me acaricia la cara, es muy dulce y cariñosa. Tenemos una niña, es mi prima en esta vida, si es ella. Mi esposa no  pudo tener más hijos, pero ella piensa que está bien, ella cuida mucho su figura. Ahora la veo grande, se casa con un hombre mayor para ella, pero está enamorada, yo lo acepto. Le pregunté las edades y me dijo: ella tiene unos 25 años y él como 35, es hijo de un amigo mío, él trabaja en la Polis, me dice con cara de asombrada sin saber de que se trataba eso. Ellos se mudan, pero ella es feliz.

     Ahora estoy viejo, ya no trabajo para el  gobierno, ahora me ocupo de mis viñedos. Envaso los vinos en enormes vasijas de barro para transportarlos. Mi esposa da órdenes en la casa. Vamos a muchas fiestas, hay mucha comida y vinos, conversamos con amigos, es agradable. Muero de un ataque cardíaco, caminando en el campo, me encuentran unos empleados, me llevan a casa. Muero tranquilo. Muero primero que ella, a pesar de esto, muero en paz.

    Ahora vivo en una ciudad gris, veo por la ventana que cae la nieve, hace mucho frío. Es en Londres, sí, veo el reloj  del centro de la ciudad a lo lejos. Parece ser como 1800. Pero aquí adentro es cálido y todo es bello y fino, es un prostíbulo, soy prostituta. Soy bella, muy blanca con pecas, pelirroja, uso muy poco maquillaje, no lo necesito, soy muy bella. Cuando  llegué aquí estaba sucia y despelucada, harapienta y hambrienta, llegué a trabajar en la limpieza, tenía  unos 13 años. Yo  veía esas mujeres tan bellas, quería ser como ellas. Crecí y lo logré, uso  hermosos vestidos. Salgo embarazada, me dan un brebaje amargo para abortar, me llevan a un sitio feo y sucio. Muchas veces, tuve cinco a seis abortos.

     Ahora tengo unos treinta años, visto de negro completamente, nadie me puede ver, hasta me tapo la cara con un velo negro y uso guantes negros. Soy una pecadora, no quiero que nadie me vea. Vivo en un orfanato,  cuido a los niños, ayudo en todas las labores, ellos si me pueden ver. Afuera hay un hombre que quiere verme, pero yo nunca salgo, ni siquiera sé quien es, él quiere casarse conmigo, nunca salí, nunca le hablé. El venía todos los días y a mí no me importaba. Un día lo vi con otra mujer, se cansó de esperarme. Está bien,  yo estoy dedicada a mis niños, me quieren mucho y yo a ellos.

     Ahora estoy vieja, muchos de mis niños ya están grandes. Hay uno que logró ser alguien importante, con dinero y posición social. Me quiere llevar a vivir con él pero yo me niego, el orfanato es mi lugar, no me quiero ir de aquí. Estoy muy enferma, veo muchos alrededor de mí. Son mis niños, ya grandes. Aquel que me quería llevar con él está muy bravo, me reclama que si me hubiera ido con él no estaría tan grave, está molesto y con rabia. Es mi primo... mi primo en esta vida. Él fue uno de mis abortos, se siente doblemente rechazado, llora, no quiere perderme. Ahora traen a un cura. En este momento ella se queda en silencio, y aún con los ojos cerrados se voltea hacia mi diciéndome en voz baja, me dieron la absolución de mis pecados, con cara de satisfacción y sonriendo. Luego me dice, ahora me puedo morir.

    Cuando muere, su familia está esperándola. Me cuenta: Son mis padres, me reciben, me dicen que el infierno no existe. Yo no los conocí, ellos murieron en un incendio y yo me quedé sola, era tan solo una bebé en una cesta. Son mi  padre y mi madre en mi vida actual, también tenía en aquella vida dos hermanitas, vinieron todos a recibirme. Me dice: ahora estoy en el bosque donde comenzamos la regresión, entonces procedimos a terminar.

     Fueron tantas cosas que nos quedamos conversando largamente acerca de su experiencia. Me cuenta que nunca ha podido ver películas de guerra, que no las soporta. Pasar por la experiencia de muerte la marca profundamente, y recuerda conmovida la explicación de sus padres acerca de la inexistencia del infierno. Cuando llega a su casa investiga y me escribe: 

     Te comento que llegué a buscar en Internet y para mi sorpresa la Polis si existió, era una forma de organización político territorial parecido a una ciudad, fue una idea que nació en Grecia y fue utilizada en otros países de Europa, o en algunas regiones como Nápoles. Recuerdo que mi hija se casó con alguien que venía de la Polis. También investigué que en la primera guerra mundial Portugal libró una batalla contra Alemania, murieron cerca de 10.000 portugueses, fue terrible. Otra cosa que averigüe fue la construcción del Big Ben en Londres. Efectivamente fue en 1800 y largo, es decir, si coinciden mis vidas con la historia. No tengo palabras, fue increíble.

María Eugenia Mantilla
Hipnoterapeuta

       

     

     

2 comentarios:

  1. Bonito relato , según sé todos vivimos multitud de vidas en nuestro camino hacia el todo ; así de simple , es parte de la evolución de la vida .JP.

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    1. Gracias! así parece... lo sabroso de vivir una regresión es que deja de ser una idea a ser una experiencia, y lo que más me gusta es sentir que de verdad la muerte no existe. Saludos

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