sábado, 24 de septiembre de 2016

Mi muñeca



    
     Me visita una señora de casi 80 años, muy peculiar, pintora. Una mujer recia y luchadora. Fan de Brian Weiss, fascinada con la idea de conocer sus vidas pasadas. 

     No esperaba la visita de su madre. Yo he aprendido a no esperar nada, y les explico detenidamente a mis pacientes todas las posibilidades que se pueden presentar. Al propiciar una apertura espiritual creamos un espacio donde es posible comunicarnos con nuestros seres queridos fallecidos. Esto es diferente para cada quien y cada persona recibe lo que puede asimilar. 

    La señora de la que les hablo hoy tiene un encuentro con su madre muy emotivo, suave, tranquilo. Seguidamente, viene a su mente un episodio de cuando ella tenía 3 años. Comienza a llorar, además con una profunda molestia. Me pregunta: "¿Por qué tengo que recordar esto otra vez? yo nunca lloro. Yo he recordado esto antes y no me gusta". Yo la invito a que se tranquilice y se deje guiar. Me cuenta que cuando tenía 3 años su madre regaló su muñeca preferida. Mas nunca quiso ninguna otra muñeca. Su madre le compró muchas otras y ella se rehusó a querer a ninguna otra. La bravura le salía por los poros. 

      Le dije que yo sentía que su madre vino a pedirle perdón por haber hecho eso, y rompió en llanto otra vez. Para mi fue claro. Primero la imagen de su madre y justo después el episodio de la muñeca. Cómo este episodio estaba tan cargado de emociones negativas, ya no hubo más introspección, ni más imágenes, ni más meditación. Terminamos la sesión y nos dispusimos a dilucidar el caso.

     Solo el cuerpo tiene edad, la mente no tiene edad. Uno toma decisiones todo el tiempo sin importar la edad que se tiene. Estas decisiones se quedan con nosotros hasta que cambiemos de decisión. No puedo cambiar de decisión si no estoy consciente de qué decidí y cuando. Esta es la única manera de desmontar los efectos de cualquier decisión. Lamentablemente nos olvidamos y seguimos atados a los efectos de las decisiones que tomamos en algún pasado remoto. 

     Esto afectó toda su vida, ya que entonces si ama se verá expuesta a la inevitable pérdida. Si quiero a otra muñeca mi mamá me la va a regalar, mejor no amo y así me protejo. Así se forja una creencia, que además está encargada de demostrarse a si misma que es real todos los días de la vida.

     Cuando una persona no puede amar no fluye, no da, no puede sentir plenitud. Con serios problemas de fertilidad logra tener una hija, quien experimenta a su madre como una cárcel. El miedo a la pérdida la obliga a ejercer un excesivo control. Cómo cambiar un patrón de vida a la edad de esta señora es para mi un misterio. Recibió la información. Le propuse que asistiera a terapia y lo encontró complicado. Yo le di lo mejor de mi. Hablamos extendida y abiertamente sobre su caso  y me quedé con el único recurso viable: confiar en la sabiduría del universo y dejarlo en sus manos.

     Ella no estaba contenta con el resultado de su sesión, ella quería conocer sus vidas pasadas. Sin embargo tuvo un regalo hermoso, una comunicación real y sentida con su madre. También conoció el epicentro del drama en su vida actual. Sin embargo, el trabajo con el perdón es sutil, místico, misterioso pero contundente y transformador cuando se  presenta.

     Me parece importante traer a colación que esta experiencia a tan temprana edad está relacionada con su historia. Con un pasado que clama por perdón. Pudieron haber pasado muchas cosas y ponerme a inventar no tiene sentido. Lo que si no tiene discusión es que hubo episodios que no se perdonan, y como se cree culpable se crea un patrón de castigo para sí misma. 

     Al tener la información ella tiene dos posibilidades. Puede escoger ser víctima de la situación o puede escoger ser responsable de sus decisiones. Si escoge ser víctima seguirá atada a las consecuencias de su creencia. Si escoge ser responsable, se da cuenta que puede simplemente tomar otra decisión. 

     Parece demasiado sencillo para lo grande que es cambiar por completo un patrón de vida. Pero es así de sencillo. 

     Hay varias ideas que tenemos que tomar en cuenta con respecto al perdón. Si todavía creemos que tenemos que perdonar a alguien por lo que nos hizo, todavía no hemos entendido como funciona este juego que llamamos vida. El perdón es para nosotros mismos.        Atrajimos a nuestra vida esa situación para poder perdonarnos  a nosotros mismos aquello de lo que acusamos al otro.

    No es tan difícil de asimilar esta lección si ponemos atención. Cada juicio, cada crítica, cada culpa esconde una decisión de separarnos de aquello que nos duele, creyendo que podemos escapar al dolor que produce la culpabilidad culpando a cualquier otro.  Cuando logramos vernos a nosotros mismos allí, surge un proceso de integración y nuestra visión cambia. Esto no se puede racionalizar, esto se tiene que vivir para comprenderlo plenamente.


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