Siempre le pregunto a mis pacientes que los trae a terapia. Eso nos ayuda a centrarnos en el drama que queremos dilucidar. Se presenta a mi consulta un chico de 28 años, muy bien plantado en su vida. Me dice que necesita trabajar el tema de pareja. Me cuenta que no importa todo lo que dé en una relación, "las mujeres" siempre lo dejan. Muy preocupado por el asunto asiste a clases de PNL, ha trabajado constelaciones familiares, y sigue buscando alternativas que lo ayuden a dilucidar el porqué atrae constantemente la misma experiencia.
Se presenta en su mente la imagen de un Samurai. Está encerrado, solo. Observa su armadura. Ya es mayor, su armadura lo hace sentir fuerte, le recuerda quien es. Cree estar preso, pero parece más bien una reclusión voluntaria. Entonces regresamos a su infancia para recorrer su vida y saber que lo llevó a donde está. Empieza su entrenamiento desde niño, a los 5 años de edad. Entrenamiento físico y mental. Luego se le presenta la imagen de una invasión. Tiene poco menos de 30 años. Toma una mujer que le atrae y la rapta. La hace su esposa. Tienen tres hijos. De repente le impresiona la imagen de sus manos ensangrentadas. Algo horrible pasó, me dice. Vino la familia de mi esposa a buscarla, yo los maté, me dejé arrastrar por la ira. Muy decepcionado de sí mismo huye a las montañas, más nunca vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos. Vive recluido, en una casa de piedras, siembra y se auto-mantiene, casi no se relaciona con nadie. Dice que necesita necesita silencio,meditar, comprender. Muere anciano diciendo: estoy en paz.
Se presenta luego otro personaje. Un francés muy adinerado, en una época de carretas y caballos. Viven en un pueblo muy hermoso de montañas y sembradíos. Un hombre muy cultivado intelectualmente, se ocupa de manera muy estricta de la educación de sus 2 hijos. Sin embargo, también tiene 3 hijas, pero de ellas no se ocupa, simplemente no le importa. Ellas aprenderán lo que deben saber con su madre, dice. Su idea era que sus hijos se ocuparan de su fortuna, pero no resultó. Ellos crecieron y se fueron a recorrer el mundo, a conocer otras culturas. Nunca regresaron. Si sabía de ellos pero nunca más vivieron con él o cerca de él. Ya envejecido lamentaba la poca comunicación que tenía con sus hijas. Se casaron, tuvieron familia, vivían en sus tierras, sus maridos se ocuparon de sus tierras, pero él nunca les demostró afecto ni consideración, nunca las valoró, y ya no sabía como resarcir su error.
Es sumamente interesante ver como se nos despliega el drama. Él está muy interesado actualmente en comprender y mejoras sus habilidades en comunicación. El hecho de que "las mujeres lo dejen" es directamente proporcional a su culpa por no valorar a sus hijas y también por no respetar la voluntad ajena, tomando una rehén como esposa, y además, asesinar a su familia. Se siente culpable y atrae situaciones donde "ellas" no lo valoran. Entonces, él las culpa a ellas por su falta de poder valorar lo que él quiere darles. Son ellas las que no valoran, no él. El se ve a si mismo como entregado, devoto, servicial, caballero, etc.
El mecanismo interno se presenta de la siguiente manera: La culpabilidad nos lleva a negar lo que nos duele. Nos separamos de aquello que nos hace sufrir tomando la decisión de más nunca hacer cosas similares, sin embargo, no se ha completado el aprendizaje. La persona necesita ver afuera lo que ha negado por dentro, con miras a poder integrar estos aspectos y sanar.
Él seguirá atrayendo personas que no lo valoren hasta que él se perdone a sí mismo. El el momento en que acepte que es suyo aquello que ve, cambia su percepción. Puede ver al otro con compasión, la misma compasión que puede tenerse a sí mismo. El perdón al otro es su propio perdón.
La manera de saber si el ciclo se ha completado es observar como reacciona cuando vea en otros el hecho de no valorar a los demás. Cuando no sienta ganas compulsivas de culpar, de acusar, de encontrar culpables, o de justificar sus acciones para que nadie vaya a creer que él no valora a las mujeres.
Algo que me ayuda a poder reconocer mis móviles internos de culpabilidad es observando con detenimiento mis reacciones a las películas, por ejemplo. Qué me hace llorar, que me enfurece, qué me molesta, qué rechazo. Igualmente lo mismo aplica a cualquier situación en la que me encuentre. Si me molesta, allí está el epicentro de mi drama, no importa si me molesta poco o mucho. Si me hace sufrir, si me duele. Todas estas situaciones lo que están es clamando atención, reconocimiento, comprensión. En el momento que hay un reconocimiento profundo de nuestro propio protagonismo, puede llegar a la consciencia.
Si sigues atrayendo la experiencia, todavía no has sanado. Planificaste ese patrón antes de nacer buscando sanar. Estarás ligado a sus efectos hasta que completes el ciclo, ineludiblemente. El karma es culpabilidad.
María Eugenia Mantilla
María Eugenia Mantilla
Hipnoterapeuta
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