El personaje de hoy me ayuda a afianzar mis conceptos de cómo se entretejen nuestras vidas para lograr lo que percibimos como nuestro presente, pero principalmente, a darme cuenta de lo inútil de juzgarnos unos a otros por las decisiones que tomamos. Nos juzgamos y comparamos ausentes de la historia de cada uno de nosotros como almas. Vamos aprendiendo paso a paso, vida a vida, en un proceso paulatino y preciso en el que vamos cosechando aprendizajes que se van sumando para completar los que somos, en un continuo devenir.
Hoy me visita un muchacho de unos 22 años, estudiante de quinto año de Medicina, con un camino claro en la vida, metas bien formuladas y proyectos definidos. Estudioso, dedicado, entregado a su labor y con ganas de sacar el mayor provecho a su vida. Viene de un hogar no muy bien constituido que le ha ayudado a saber, por antítesis, lo que no quiere emocionalmente en su vida. Quiere ser médico cirujano, quiere tener cuatro hijos y formar un hogar con valores familiares bien fundados. Me manifiesta antes de la regresión que quiere resolver asuntos que presiente inconscientes y que teme puedan obstaculizar la formación de un hogar como el que sueña. Quiere, principalmente perdonar a su padre ausente. Tiene una hermana de su misma edad, de una pareja paralela de su padre, con la que tiene una relación de emociones encontradas. Su padre muere cuando el tiene 12 años, lo conoció muy poco, entonces es un proceso que no puede hacer en persona. También me señala que la mayoría de las mujeres en su familia materna son madres solteras y que él no quiere eso para sus hijos. Me conmovió tanto la claridad de su vision como la claridad en sus metas. El personaje que surge en sus memorias me deja totalmente anonadada.
Lo primero que ve es una copa de oro con piedras incrustadas, una roja y una verde. Es mía, ahora es mía, me dice, la uso para tomar vino, que parece ser lo único que me gusta. Tengo 40 años, uso sombrero de cuero, botas de cuero, pantalones verdes y buena camisa. Soy blanco, de pelo rubio y tengo bigote. Estoy solo, no tengo a nadie, lo que hago es caminar, llevo la copa en un bolso de cuero, quiero venderla por unas monedas de oro. Tengo sed, busco donde tomar agua. Toco a la puerta de una casa que hay en el camino, una señora me abre, me da agua y pone a hacer café en una estufa de leña. Seguidamente trato de indagar acerca de su vida y no me puede dar muchos datos. Le pregunto acerca de la copa y entonces regresamos a la escena donde la obtuvo.
Estuve en el castillo. Los caminos son empedrados, parece un ambiente medieval. Me llamo Francisco, vivo en España, año 1090. No titubeó ni un momento al darme estos datos. Llego al castillo buscando algo que comer, subo unas escaleras angostas, entro en una estancia que parece una gran cocina, no hay nadie. Como pan, veo la copa y la oportunidad de llevarla conmigo, ahora es mía. Quiero venderla pero nadie me la quiere comprar, es claro que la copa es del rey y a quien agarren con esa copa le cortan la mano por ladrón. A mi no me importa, yo tomo vino en ella. Soy un vagabundo, lo que mas hago es caminar, duermo escondido entre las casas y en invierno en las granjas buscando cobijo. En las noches voy a las tabernas a tomar vino, no tengo como pagar así que tomo lo que dejan los demás. Las ropas que llevo se las quite a hombre que mate con un cuchillo en el camino, no siento remordimiento, no siento pena, yo simplemente no tenia ropa, lo deje tirado a un lado del camino en su ropa interior, de esas blancas, largas, de cuerpo entero. Ahora voy bien vestido, pero no tengo nada. Lo único que tengo en esta vida es mi copa de oro, ya no la quiero vender.
En vista de que no había mucho más que indagar en la vida de este vagabundo, lo llevó a su infancia para conocer a detalle su vida. Me cuenta: Vivimos en una casa muy pequeña de un solo ambiente, una cama y una chimenea donde cocina mi madre, abajo hay leña, arriba piedras donde pone los calderos. Somos muy pobres, solo veo a mi madre, no tengo padre ni recuerdos de un padre. Ella es rubia, tenemos una vaca negra atrás de la casa. Ordeñamos la vaca y vendemos la leche, no tenemos mucho, pero suficiente para comer. Estoy afuera ordeñando la vaca con Lucía, ella es mi amiga, tengo 12 años. Lucía cultiva y vende flores. Es un pueblo sencillo, el leñero, el carpintero, el panadero, cada quien entregado a sus labores manuales. Veo letreros escritos, pero yo no sé leer. Crecemos, Lucía se casa con Juan, salió embarazada de él. Es mayor que nosotros, tiene como 40 años. Mi madre enferma de tos, muere. Yo no siento nada, parece que nada me importara. Me quiero suicidar con un cuchillo. Tengo 20 años. Dejo el cuchillo y me voy.
Ahora tengo cuarenta años otra vez. Una vida perdida. No tengo nada, solo mi copa de oro y esta ropa. La lavo en el rio de vez en cuando, cada tres semanas mas o menos. Voy a la taberna todas las noches. Es un sitio oscuro, una barra de madera y unas cuantas mesas. Alguien a quien le quito su vino se molesta, empezamos a pelear y ahi mismo me clava un puñal en el abdomen. Todos se ríen, me estoy muriendo. Me sacan y me dejan allí tirado. Ya estoy muerto y veo mi cuerpo sin vida. Tiran mi cuerpo al rio. Me quedo por allí vagando sin cuerpo.
Ahora estoy en un lugar oscuro, no hay nadie, no hay nada, estoy solo. Hay un maestro como con chiva, me dice: Ahora vas a ser María.
Estoy naciendo, mi padre es médico, él mismo esta asistiendo el parto. Mi madre tiene pelo negro, ondulado, es mi madre en mi vida actual, me dice sonriendo, es diferente pero sé que es ella. Soy una bebé. Mi padre no esta contento, el quería un hijo varón, para que fuera médico como él. Las niñas no estudian, se quedan en la casa, estudian solamente primaria. Me ponen por nombre María. Hablamos español, vivimos en Venezuela, año 1883, pero de eso no estoy seguro. Mis padres se separan. Voy al colegio, estoy aprendiendo a leer, pero estoy enferma, una enfermedad de la sangre, leucemia creo. Muero muy pequeña, apenas unos 5 años. Ya estoy fuera de mi cuerpo.
Tiene un encuentro con su Maestro, le pregunta acerca del significado de su corta vida pero me manifiesta que le están explicando pero que no comprende bien. Insisto en que trate de entender, me cuenta: Me dice que tenia que entender que un hijo no une a dos personas. Me dice que he tenido muchas otras vidas pero estas dos son las que tengo que recordar, que me ocupe de vivir la oportunidad que tengo ahora.
Me pareció algo muy contundente ya que él tenia muchas ganas e incluso ansiedad por recordar. En su actualidad tiene una vida muy bien planificada y estructurada, y la enseñanza del Maestro me pareció absolutamente atinada, sin embargo, al finalizar la regresión abrió los ojos, se incorporó, y me dijo sin dudar: Quiero hacer otra! Quiero recordar más!
Para mi fue una experiencia reveladora ya que vi con claridad como se cosechan los aprendizajes del alma. No importa cuan negativa sea una experiencia de vida, de ella sacaremos siempre el mayor provecho. En este caso es irrefutable, no me estoy imaginando que una vida sin mucho provecho es un gran aprendizaje, lo estoy viendo vivo, real, en frente de mi. Es claro que conocí a un joven dispuesto a no perder ni un día en su vida. Como madre que soy, pienso que es el hijo ideal, que sabe lo que quiere en la vida y para donde va. Pero no se puede entonces perder de vista el precio que pago por ser quien es hoy en día. Esta experiencia me pone de golpe en otra perspectiva al ver los seres humanos que me rodean. El respeto surge espontáneo y abundante. Amo mi trabajo hoy más que nunca; la posibilidad de poder transmitir mis experiencias y que en este momento me estés leyendo me llena de alegría, espero poder contribuir a que amplíes tu perspectiva, crezcas en respeto y aceptación a las lecciones de vida de los que seres te rodean, y sobre todo, que te veas a ti mismo con benevolencia, aceptación y aprendas a vivir libre de juicios. Es posible.
Me pareció algo muy contundente ya que él tenia muchas ganas e incluso ansiedad por recordar. En su actualidad tiene una vida muy bien planificada y estructurada, y la enseñanza del Maestro me pareció absolutamente atinada, sin embargo, al finalizar la regresión abrió los ojos, se incorporó, y me dijo sin dudar: Quiero hacer otra! Quiero recordar más!
Para mi fue una experiencia reveladora ya que vi con claridad como se cosechan los aprendizajes del alma. No importa cuan negativa sea una experiencia de vida, de ella sacaremos siempre el mayor provecho. En este caso es irrefutable, no me estoy imaginando que una vida sin mucho provecho es un gran aprendizaje, lo estoy viendo vivo, real, en frente de mi. Es claro que conocí a un joven dispuesto a no perder ni un día en su vida. Como madre que soy, pienso que es el hijo ideal, que sabe lo que quiere en la vida y para donde va. Pero no se puede entonces perder de vista el precio que pago por ser quien es hoy en día. Esta experiencia me pone de golpe en otra perspectiva al ver los seres humanos que me rodean. El respeto surge espontáneo y abundante. Amo mi trabajo hoy más que nunca; la posibilidad de poder transmitir mis experiencias y que en este momento me estés leyendo me llena de alegría, espero poder contribuir a que amplíes tu perspectiva, crezcas en respeto y aceptación a las lecciones de vida de los que seres te rodean, y sobre todo, que te veas a ti mismo con benevolencia, aceptación y aprendas a vivir libre de juicios. Es posible.
María Eugenia Mantilla
Hipnoterapeuta
No hay comentarios:
Publicar un comentario